domingo, 30 de marzo de 2014

Quinto avituallamiento.

Hoy he hecho un alto en el transcurso de mi reto, tenía que rememorar de la mejor manera el inicio de este largo camino. Que mejor forma, que volver a correr la media maratón de Segovia, mi ciudad y primera que corrí de todas las cuarenta y siete que quiero completar. Esta nueva entrada se la quiero dedicar a Segovia por este gran día que nos ofrece cada año, y a mis compañeros de trabajo, que fueron pieza clave para que yo empezara en esto del atletismo. Con ellos he vivido todos los momentos previos a la prueba de hoy, como en otras tantas veces, y con ellos he disfrutado de una agradable comida después de los veintiún kilómetros.
Con récord de participantes en las inscripciones, el pleno era absoluto, toda la ciudad se ha teñido de un manto multicolor. Comenzó la carrera con algo de frío pero sin lluvia, unas condiciones que para la mayoría de los corredores, entre los que me incluyo, eran perfectas. Pero como en otras muchas ocasiones la lluvia no quería perderse esta fiesta, y a mitad de recorrido volvimos a sufrirla como el año anterior. No puedo decir nada nuevo del recorrido porque la dureza de estas calles, en opinión, no tiene rival, así que tocó volver a sufrir para ver los arcos del acueducto cubriendo la meta y engrandeciendo aún más ese momento. El público volvió a estar sobresaliente por todas las calles, soportando la mañana poco agradable que hacía para ver una carrera sin moverse del sitio, y la anécdota más bonita ocurrió al final, cuando me ofrecieron una entrevista en televisión para Castilla y  León, donde me preguntaron por la carrera y por mi gran reto.
Como ya comente antes, cerramos toda esta jornada con una gran comida entre compañeros, disfrutando de dos de los mejores productos de la tierra, judiones de la Granja y cochinillo.





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